Lo primero que se nos ocurre es que la música
amansa a las fieras, y por lo tanto tiene que ser muy buena para nuestros
niños.
Desde hace un tiempo se habla del efecto
Mozart, con innumerables ventajas tanto en embarazadas, como en niños
prematuros.
Dicen que escuchar diez minutos de música del compositor de Viena, puede
cambiar el humor y conducta, aparte de ayudar a que se concentren mejor. También mejora la
habilidad para resolver los problemas matemáticos, y se vuelven más creativos.
Si además conseguimos que la bailen,
estimulamos los sentidos, los músculos y el equilibrio.
¡Con tantas ventajas no podemos
resistirnos, a disfrutar de la música clásica con nuestros peques!
Imagen vía Pinterest
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